En la imponente Catedral de Sevilla, la figura de la Virgen de los Reyes se alza como un ícono de fe y devoción, con una historia que entrelaza lo sagrado y lo histórico. Esta historia se remonta a la conquista de la ciudad en 1248 por el rey Fernando III, quien según la tradición, recibió esta venerada imagen como regalo. Su presencia serena y majestuosa, realzada por su delicado atuendo, la convierte en un símbolo de devoción y orgullo para los habitantes de Sevilla.
## Orígenes y leyenda
La historia de la Virgen de los Reyes se remonta a la conquista de Sevilla en 1248 por el rey Fernando III. Según la tradición, el monarca recibió una imagen de la Virgen María como regalo del rey Luis IX de Francia. Se dice que esta escultura fue creada por ángeles y entregada en una visión celestial al rey francés, quien luego la envió a Fernando III. Conmovido por el gesto, el monarca colocó la Virgen en la recién conquistada Sevilla, estableciéndola como patrona y protectora de la ciudad.
## Una imagen de serenidad y majestuosidad
La Virgen de los Reyes, de estilo gótico, representa a María como una joven reina, sentada en un trono y coronada, con el Niño Jesús en su regazo. Su rostro transmite una serenidad inefable y una sonrisa sutil que recuerda a la Gioconda, reflejando una compasión que llega al corazón de quienes la contemplan. Adornada con un atuendo de gran valor, compuesto por joyas, coronas y mantos donados por reyes, nobles y devotos a lo largo de los siglos, la imagen simboliza el profundo respeto y devoción que ha despertado a lo largo de los años.
La Virgen de los Reyes es el centro de una emotiva procesión que recorre las calles de Sevilla cada 15 de agosto, en el día de la Asunción de María. Esta celebración, que coincide con la festividad de la Asunción, es una de las más importantes de la ciudad, atrayendo a numerosos fieles que rinden homenaje a la patrona de Sevilla.
La figura de la Virgen de los Reyes no solo es objeto de veneración en la Catedral de Sevilla, sino que también es un símbolo perdurable de la fe y la historia de la ciudad. Su presencia en la catedral y su papel como patrona de Sevilla continúan siendo un punto de devoción y testimonio de la profunda conexión entre lo divino y la identidad sevillana.